Proveniente del antiguo Continente, de la República Italiana, de la región del Friuli, de la provincia de Pordenone, de un pequeño pueblo llamado TRAMONTI DI SOPRA, llega un constructor, el Sr. Domingo Facchin.

Al tiempo de estar en Córdoba, se llama a licitación para la construcción del Hogar escuela Santa Catalina, siendo él uno de los encargados de la obra.

Una vez allí, conoce en los campos aledaños a Colonos Friulanos, quienes lo invitan a conocer Colonia Caroya, de la cual se enamora por su belleza y similitud a su Italia querida.

Los años pasaron y Domingo adquiere una buena suma de dinero por sus trabajos, entre los que se encuentra el primer edificio de la Ciudad de Córdoba.

En el año 1961 decide, con su dinero, construir La Casa del Friuli, estructuralmente distinta a la que se conoce hoy en día.

Primeramente, la construcción fue realizada por la necesidad de contar con un espacio para las reuniones del centro friulano radicado en Colonia Caroya.

La intención de Domingo era la de donar este lugar al centro, pero a mediados de la década del 70 muere a causa de un infarto, quedando la construcción en manos de sus hijos.

Quedó entonces así el problema de que hacer para poder comprar La Casa del Friuli a los herederos de Facchin. En 1983 el Dr. Antonio Roya, presidente del centro Friulano, decidió relizar una rifa.

Aprovechando su amistad con Victor Martinez (vicepresidente de la Argentina), solicita a aerolíneas argentinas un par de pasajes a Italia, para que sean uno de los premios de la rifa. Para el segundo premio se habla con Carlos Ghisiglieri para gestionar un plan de ahorro en un vehiculo.

El primer premio se sortea por lotería nacional, y lo gana Claudia Roggio, el segundo, queda vacante. Finalmente se lo venden al intendente municipal Dalmacio Cadamuro. Con lo recaudado se les realiza una propuesta a los sucesores de Facchin.

Comienzan a pagar la propiedad en cuotas, hasta que a mediados de la década del 80 visita la ciudad Claudio Sandruvi, intendente de Gemona, el cual ofrece un cheque en forma de donación al centro Friulano para poder terminar de pagar la propiedad.

De este dinero no solo se termino de pagar lo que faltaba si no que también se pudo comprar la Casa Copetti, actual museo permanente de la friulanidad.